10 similitudes entre Charles Spurgeon y Martyn Lloyd-Jones
Gracias al reciente
resurgimiento de pasión por el evangelio bíblico en todo el mundo hispano, se
está resucitando el legado de dos difuntos pastores británicos cuyos libros
siguen vendiendo millares de ejemplares. Estamos hablando del “príncipe de los
predicadores” del siglo XIX, Charles Haddon Spurgeon (1834-92), y del “príncipe
de los expositores” del siglo XX, David Martyn Lloyd-Jones (1899-1981).
Debido al interés
actual en estos dos defensores del evangelio, quiero dedicar este artículo a
trazar diez similitudes entre Spurgeon y Lloyd-Jones con el fin de que los
conozcamos mejor y sigamos su ejemplo de fidelidad a nuestro Señor Jesucristo.
Hablando personalmente, tanto Spurgeon como Lloyd-Jones son dos hombres que
Dios ha usado una y otra vez para fortalecerme en la fe a lo largo de los años.
Entonces, ¿qué tienen
en común? ¿Cuáles son las similitudes entre Spurgeon y Lloyd-Jones?
1. Ambos eran
‘extranjeros’ en Londres.
Como regla general,
asociamos a nuestros dos hermanos con la ciudad de Londres ya que Spurgeon
dedicó 38 años a su ministerio en el Tabernáculo Metropolitano y Lloyd-Jones
ministró durante 29 años en en la Capilla de Westminister. No obstante, ni
Spurgeon ni Lloyd-Jones eran londinenses de nacimiento. Ambos crecieron en
pequeños pueblos lejos de la gran capital. Spurgeon era de Kelvedon en Essex
(el cual tiene menos de 5.000 habitantes) y Lloyd-Jones provino de Llangeitho
en Gales (con menos de 1.000 aldeanos).
En su providencia y
multiforme sabiduría, Dios llamó a estos dos pueblerinos a ministrar en el
corazón de una de las capitales más importantes a nivel mundial. Desde Londres,
Spurgeon y Lloyd-Jones hablarían a las naciones por medio de sus predicaciones.
Se podría decir que el Señor los preparó en el Jordán antes de lanzarlos a
Jerusalén.
2. Ambos creían en la
centralidad del púlpito.
Tanto Spurgeon como
Lloyd-Jones estuvieron convencidos de que la predicación es la tarea más
importante a la cual el pastor evangélico ha sido llamado. Siguiendo el hilo de
pensamiento de los reformadores protestantes, los dos británicos creían en la
centralidad del púlpito en la adoración cristiana. Un culto sin predicación a
partir de la Biblia hubiera sido algo impensable para ellos. Sin la predicación
de la Palabra, dirían ambos, no hay adoración verdadera.
Los dos hombres invirtieron
lo mejor de su sudor y energía en la preparación de sus mensajes dominicales
además de los estudios bíblicos que daban entre semana. Spurgeon predicó
alrededor de 3.600 sermones en Londres, y Lloyd-Jones sus 1.600 (aunque
ministró durante diez años en Gales antes de predicar en la capital). Eran
gigantes del púlpito porque su confianza residía en las Escrituras que
exponían.
3. Ambos estaban
enfocados en el evangelio.
No es ninguna
sorpresa ver cómo el avivamiento de interés en el evangelio anda mano en mano
con el redescubrimiento de los escritos de Spurgeon y Lloyd-Jones. Es casi
inevitable que una persona verdaderamente apasionada por la gloria de Dios
revelada en el evangelio tenga el deseo de consultar las obras de estos dos
hombres.
Mientras leemos los
mensajes de Spurgeon y Lloyd-Jones, la redención efectuada por Cristo en la
cruz resulta casi omnipresente. No se cansaron de repetir las buenas noticias
de que Dios ha enviado a su Hijo al mundo para salvar a los que creen en Él. La
esposa de Lloyd-Jones comentó que su marido era primordialmente un varón de
oración y un evangelista mucho antes de ser un expositor bíblico. Spurgeon, por
su parte, predicó evangelísticamente en casi todos sus mensajes. Ellos se
gozaron en proclamar la verdad apostólica de que, “Cristo murió por nuestros
pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer
día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4).
4. Ambos eran
apasionados por los puritanos.
Como buenos
evangélicos británicos, Spurgeon y Lloyd-Jones bebían continuamente de la
fuente puritana. Mientras estudiaron las obras de la primera generación de la
Reforma continental (Martín Lutero, Juan Calvino, Ulrich Zwingli, etc.),
Spurgeon y Lloyd-Jones también se dedicaron a la sagrada ocupación de leer a
los puritanos.
El movimiento
puritano surgió, a grandes rasgos, entre 1550 y 1700 y tenía la meta de
reformar la iglesia oficial de Inglaterra —conocida como la Iglesia anglicana—
a la luz de las Escrituras. Los puritanos, según Lloyd Jones, “empezaron a
pensar que la Reforma en Inglaterra había sido incompleta, y que no bastaba con
cambiar la doctrina y librarse de la falsa enseñanza católica romana. Había que
reformar hasta sus últimas consecuencias: también en el terreno de la práctica.
Surgió la opinión de que la Reforma se había quedado corta. Esta es,
indudablemente, la nota más esencial y características del puritanismo: el
sentimiento de que no se había llegado lo suficientemente lejos reformando”.
Las ponencias
pronunciadas por Lloyd-Jones en las conferencias de ‘Estudios puritanos de
Westminster’ entre 1959 y 1978 se encuentran publicadas en el tomo ‘Los
puritanos: sus orígenes y sucesores’. Por su parte, Spurgeon relató en su
autobiografía que nunca se sintió tan a gusto como cuando leía a los
predicadores puritanos. Cuando caía en depresión o en alguna enfermedad,
siempre optaba por leer la literatura puritana la cual le fortalecía el alma.
5. Ambos oraron por
un avivamiento.
La doctrina puritana
no solamente afectó la manera en que Spurgeon y Lloyd-Jones entendieron la
importancia del púlpito en el protestantismo, sino que les llevó a desear un
gran avivamiento de parte del Espíritu de Dios. Lloyd-Jones dedicó una serie de
veinticuatro sermones al tema del avivamiento y oraba constantemente por un
mover del Espíritu. Sin embargo, confesó que sentía que la iglesia del Señor en
Inglaterra estaba demasiado cómoda como para experimentar un auténtico
avivamiento.
Después de una breve
visita a Irlanda en enero 1860, Spurgeon volvió a su iglesia persuadido de que
el Señor iba a avivar la ciudad de Londres de la misma manera que lo había
hecho en Ulster. Apelaba al concepto del avivamiento en muchos sermones y oraba
por días cuando el Espíritu del Señor sería derramado en abundancia sobre toda
carne.
6. Ambos eran
calvinistas.
Puesto que eran
amantes de los reformadores y los puritanos, los dos predicadores eran
calvinistas convencidos. Aunque siempre trataron a sus hermanos arminianos con respeto
y cariño, Spurgeon y Lloyd-Jones creían que la expresión más pura de la fe
protestante se encontraba en el sistema calvinista.
Hasta el día de hoy,
uno de los sermones más descargados online de Charles Spurgeon es ‘Una defensa
del calvinismo’ en el cual el inglés asevera que el calvinismo, en última
instancia, es el evangelio. El Espíritu de Dios aplica la obra redentora del
Hijo a los escogidos por el Padre desde antes de la fundación del mundo, así
garantizando su salvación eterna.
Aunque les admiraba
profundamente, Lloyd-Jones atacó a John Wesley y al sector wesleyano de la
iglesia metodista por su arminianismo. Les acusó abiertamente de negar la
gracia de Dios por hacer tanto hincapié en el “libre albedrío” del hombre y por
quitarles a los creyentes la seguridad de su salvación. “¿Qué valor tiene la
certeza de algo que es posible perder? Con esto quiero decir: ¿de qué vale
tener la seguridad de que eres salvo si puedes dejar de serlo? Si la
perseverancia en la gracia y en la salvación dependiera de ti, ¿dónde estaría
tu seguridad? ¿Acaso puedes confiar en ti mismo? ¿Se salvaría algún hombre si
finalmente fuera su responsabilidad perseverar en la gracia?”.[1]
7. Ambos pelearon
contra la teología liberal.
Spurgeon y
Lloyd-Jones no podían soportar la teología liberal o, en sus términos, “el
modernismo teológico” porque negaba las grandes doctrinas de la fe cristiana:
la Trinidad, la doble naturaleza de Jesucristo, la salvación por la gracia
mediante la fe, la condenación eterna para los impíos, etc. Ambos siervos de
Dios acusaron a los liberales de haber creado a otra deidad conforme a su
imagen y semejanza.
La lucha que le costó
a Spurgeon su vida fue la ‘Controversia Down Grade’. La unión bautista a la
cual Spurgeon y su iglesia pertenecían estaba extendiendo la membresía a
creyentes e iglesias liberales. La triste noticia llevó a Spurgeon a la
depresión. Robert Schlinder, amigo de Spurgeon, llamó tal realidad, “The Down
Grade”, es decir, el “rebajamiento”. La unión estaba rebajando las exigencias
de la Palabra de Dios para alcanzar a más números.
En cuanto a
Lloyd-Jones, solía dedicar partes de sus exposiciones a criticar las
interpretaciones liberales tocantes a ciertos versículos. Dado el gran enfoque
doctrinal y teológico del galés, se vio obligado a condenar el espíritu anti-dogmático
del liberalismo, el cual se centró en las experiencias y los sentimientos
humanos en vez de las Sagradas Escrituras. Lloyd-Jones, al igual que Spurgeon,
estuvo convencido de que los liberales no eran creyentes verdaderos ya que
rechazaban el evangelio apostólico.
8. Ambos eran hombres
de convicciones fuertes.
Como ya hemos
explicado, Spurgeon se opuso ferozmente a las fuerzas pro-liberales que iban
surgiendo dentro del seno de su amada unión bautista. De hecho, estaba tan
enfadado que salió de la denominación en octubre 1887. “Tener comunión con el
error conocido y vital es participar en el pecado. Aquéllos que conocen y aman
la verdad de Dios no pueden tener comunión con aquello que está diametralmente
opuesto a ella”. El rumbo que su unión iba tomando le rompió el corazón y murió
menos de cinco años más tarde. Su esposa Susannah Spurgeon afirmó que “Su lucha
por la fe le costó la vida. Pero nunca lamentó el paso que había tomado porque
a lo largo de toda la controversia, se sintió tan obligado por Dios como Lutero
cuando éste dijo: No puedo actuar de otra forma”.
Lloyd-Jones perdió a
muchos amigos por razones parecidas también unos ochenta años más tarde. Billy
Graham, el evangelista más famoso del siglo XX, le propuso a Lloyd-Jones un
puesto a cargo de una asociación mundial de misiones y evangelismo, el cual
Lloyd-Jones rechazó porque Graham permitió la presencia de liberales, católicos
romanos y hasta políticos incrédulos en la plataforma con él en sus campañas
evangelísticas. Además, John Stott —un amigo de Graham— reprendió a Lloyd-Jones
públicamente en 1966 por insistir en que los evangélicos saliesen de la iglesia
anglicana, de la cual Stott era miembro. Lloyd-Jones quería trabajar con otros
evangélicos con las mismas convicciones, pero no en detrimento de las claras
enseñanzas de las Escrituras.
Con todo, tanto
Spurgeon como Lloyd-Jones aplicaron las verdades que predicaban semanalmente a
sus propias vidas aun cuando les costó amigos y seguidores. Creían que la
verdad de Dios es más importante que números y crecimiento.
9. Ambos se dedicaron
a tareas extra-eclesiales.
Además de sus labores
como pastores de la grey de Dios, tanto Spurgeon como Lloyd-Jones se dedicaron
a tareas extra-eclesiales para promover los valores bíblicos. Spurgeon abrió un
sinfín de organizaciones para ayudar a los marginados. Empezó su propio
seminario teológico para formar a los jóvenes en las doctrinas clave del
protestantismo. Aceptó invitaciones de parte de hermanos de otras congregaciones
no bautistas para ministrarles la Palabra de Dios. Encima, dedicó mucho dinero
a las misiones.
Lloyd-Jones, como
Spurgeon, apoyó la obra misionera y se sintió a gusto en la compañía de otros
evangélicos conservadores aunque no entendía la razón por la que los
conservadores destacados tales como John Stott y J. I. Packer querían quedarse
dentro de la Iglesia anglicana. Sirvió como presidente del ‘Inter-Varsity
Fellowship of Students’ con el fin de alcanzar a los universitarios británicos
con el mensaje bíblico.
10. Estando muertos,
ambos siguen hablando hasta este día.
Como Abel de antaño,
el predicador inglés y el expositor galés siguen hablando aunque llevan más de
120 y 30 años muertos respectivamente. Gracias a la gran ola de interés en las doctrinas
de la gracia en nuestros días, Spurgeon y Lloyd-Jones se están poniendo de moda
nuevamente. Interesantemente, ahora son más conocidos que cuando vivían. A
pesar de sufrir el rechazo de muchos —incluso el rechazo de algunos de sus
hermanos evangélicos más queridos— le ha placido al Dios honrar el legado de
estos dos hombres. “Yo honraré a los que me honran” dice el Señor (1 Sam. 2:30).
A lo largo de sus
vidas, Spurgeon y Lloyd-Jones fueron conocidos en el Reino Unido y los Estados
Unidos; pero en su muerte, sus escritos están llegando hasta los confines de la
tierra. Si el Señor sigue avivando a Su pueblo en nuestra generación, estarán
con nosotros muchos años más.
[1] Lloyd-Jones, Martyn,
Los puritanos: sus orígenes y sucesores (Estandarte de la Verdad: Edimburgo,
2013), p. 309.
Por: Will Graham (The
Gospel Coalition)
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