Dios es quien debe brillar


Dios es el único merecedor de toda la gloria y toda la honra, a todo eso le llamaremos ‘‘Brillo’’. No podemos permitir que nuestra mente se llene de pensamientos yoistas y olvidarnos de quien es el dador del brillo en cada uno de nosotros. No debemos gloriarnos puesto que todo lo que hacemos es por la gracia que Dios ha puesto en nosotros.

Hebreos 1:3 ‘‘el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas’’.

Cristo, el único hombre en habitar la tierra digno de portar la gloria de Dios  nos enseñó una lección de humildad y amor al prójimo, nunca se glorió de lo que poseía, a pesar de que las señales y milagros que hacía dejaban más que claro que Él era el mesías que el pueblo tanto había esperado. Él a pesar de nunca haber pecado dijo que el único bueno es Dios, mostrando su humildad y sin desaprovechar la oportunidad para enseñar sobre el reino de Dios y la salvación que sólo este ofrece. Mateo 19:16 ‘‘Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: 17 ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos’’.

Cuando aceptamos a Dios en nuestra vida, somos fieles a Él y tenemos intimidad con nuestro Padre  y creador, pasamos a ser portadores de su gloria, para bendición de los demás, no para beneficio propio. Y es que muchos caen en el error de envanecerse y jactarse de los dones que Dios les ha dado o de las buenas obras que hacen, haciendo creer a los demás que el ‘‘Brillo’’ que portan es propio. Como humanos, somos propensos a pecar y a ser víctimas de las tentaciones, no podemos poseer de tal Brillo si no dependemos de Dios, si no lo tenemos a Él como ancla cuando el mar se vuelve turbio. Y con esto no quiero decir que solo con la fe debemos conformarnos. Cuando el espíritu santo está en nuestra vida, no podemos conformarnos solo con eso, queremos contagiar a los demás con lo que Dios ha hecho y proclamar el evangelio de Dios, impactar a las almas dando siempre la gloria a Dios que es el dador de todas las cosas. 

SEAMOS COMO JESÚS. ¡Juventud, sé cómo Jesús!, qué mejor ejemplo tenemos que el de su vida y ministerio. Él era portador de la gloria de Dios, poseía ese brillo único que sólo Dios puede dar y lo utilizaba para sanar, echar fuera demonios, instruir, entre otras cosas. Juan 12:44 ‘‘Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47 Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48  El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.

SOMOS PORTADORES DE SU GLORIA. Somos hijos de Dios, así que debemos creerlo y tomar la autoridad que Él nos ha dado, pero para hacer la obra y ejercer el propósito con el que fuimos diseñados. Isaías 60:1 ‘‘Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti’’. Seamos luz en medio de las tinieblas, somos la sal del mundo y nuestro deber es proclamar a Cristo a tiempo y fuera de tiempo.

Usemos nuestra vida para engrandecer el nombre de Jesús y llevar Su palabra. Recuerda que somos portadores de su gloria, no hacedores de gloria, puesto que ésta le pertenece a Dios. 

Por: Crismeli A. De Jesus Mercedes

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