Soy Joven y creo en la oración


La juventud es la etapa élite del hombre. Es la etapa donde más fuerza, fervor y pasión tenemos por lo que hacemos. Por lo tanto, es el momento más adecuado para desarrollar una vida de oración.

La oración aumenta tus capacidades espirituales, y afecta de manera positiva tus habilidades físicas. La oración llena de fervor, pasión y entrega, será una oración con la capacidad de cambiarte a ti y a tu generación.

Me gustaría decirte que es la oración, pero antes, déjame decirte que no es la oración.

 La oración no es rezar, no es un rito, no es una creencia humana. La oración es un encuentro. Es un encuentro entre un Dios poderoso y un hombre limitante, un encuentro entre un Dios santo y un hombre pecador, un encuentro entre un Dios infinito y un hombre finito.

 La oración es hablar con Dios, pero no solo eso, la oración es escuchar a Dios. Cuando yo oro, me vuelvo más sensible a su voz, a su voluntad, su propósito y al mundo espiritual.

 La oración me hace recordar, que Dios está sobre mí, y por lo tanto yo me debo a Él. Un ejemplo vivo de esto son los judíos. Cuando ellos van a orar, se ponen en la cabeza un Yamaka o kippad (gorra judia). Esto simboliza que a quien ellos están orando, está por encima de ellos.

 La oración es dependencia. Dice John Piper: "si no tengo un momento y una hora para orar, soy hombre muerto". La oración en Dios, es el agua que me sacia y el alimento que me alimenta.


Soy joven, y por concerniente, el pecado me asecha, la debilidad me busca y el descuido paga por mi muerte. Necesito de alguien; superior a mí, que me ayude. Este es Jesús y necesito de su presencia en oración. Por lo tanto, soy joven y creo en la oración.

Por: Yarie Tejeda

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