Reto sólo para Apasionados
Una de esas silenciosas madrugadas, mientras meditaba en el Señor y le
pedía que me ministrara una palabra puntual para exponerla en la congregación,
me encontré con una de las definiciones más asombrosas que alguna vez hubiese
leído, me tropecé con la palabra “pasión” que estaba precisa y suficientemente
definida, dicho concepto parecía escueto, pero a la vez tan lleno y
significativo que me marcó para siempre. Decía de la siguiente forma: “La pasión es un sentimiento vehemente,
capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón” (Oxford Dictionaries)
¡Wow! Es increíble saber que exista algo tan importante que pueda
dominar nuestra decisión y nuestros deseos, eso es, sencillamente, aquello que
nos apasiona. Si hay algo que amas desesperadamente y no desistes a eso, es
porque estas apasionado.
Me hace recordar aquella asombrosa historia de un hombre demasiado
apasionado con lo que creía, que esa pasión por Dios lo había conducido hacía
la santidad, y era totalmente apartado del mal. El gran personaje llamado Job
había sido tan intachable, que provocó que de él se hablara en los cielos.
La biblia describe que Satanás se había presentado ante Dios, e
inmediatamente fue abordado con la fascinante pregunta que describía el
entusiasmo de Dios con aquel hombre: “¿Te
has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva
tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a
nadie.” (Job 1:8 DHH) ¿Te has fijado en él? ¿Te has dado cuenta quién es?
¿Has visto lo que hace en el secreto? ¿Te has puesto a analizar cómo se
comporta delante de todos? ¿Cómo son sus palabras y sus acciones? ¿Te fijaste
que es íntegro? ¿Te diste cuenta?... Es como si le estuviese diciendo al gran
acusador de todos los tiempos: ¿Acaso no ves que no lo puedes acusar de nada?
¿No encontraste ninguna falta?... Me encanta saber cómo Dios nos exhibe cuando
vivimos en extrema santidad, me emociona imaginarme como Él se lo se muestra
satisfecho ante todo el que apuesta en nuestra contra.
Sin embargo, el padre de la mentira siempre encuentra alguna excusa, y
aludió a que se trataba de un asunto de intereses, que Job solo le servía
porque tenía muchos bienes y posesiones. Entonces el gran Dios y dueño de todas
las cosas, le concedió el permiso para destruir todo lo que aquel siervo
honesto tenía, pero que nunca lo tocará, y así, de forma automática, Job estaba
siendo retado a demostrar si en realidad era apasionado por el Dios real.
De esa manera, Satanás, sin perder tiempo, comenzó a arruinar lo más
que le fuera posible. Destruyó su familia, sus bienes materiales y finalmente
su salud, es como si Job cada vez recibiera un golpe más fuerte, uno encima de
otro.
La primera escena de dolor sucede cuando cuatro de sus mensajeros le
cuentan que había perdido sus bueyes y ovejas, y sus hijos habían muerto
repentinamente, cada uno había venido de los diferentes lugares donde había
sucedido la tragedia y antes del primero terminar de hablar llegaba el otro.
Pero al oír esto Job, solo se postró a adorar y dijo las palabras de un
verdadero apasionado por Dios: “El Señor
me dio lo que tenía, y el Señor me lo ha quitado, ¡Alabado sea el nombre del
Señor!” (Job 1:21 NTV) Pero, ¿De dónde él sacó estas palabras en una
crisis? Que alguien le explique que se adora a Dios los domingos en los cultos
cuando estamos todos alegres, no en un momento así, que se alaba cuando tenemos
abundancia, no cuando se nos mueren los seres queridos, es que los que tienen
una pasión incrustada en su alma son así, con la razón perturbada.
El otro escenario de dolor sucede cuando una enfermedad lo ataca,
provocando llagas dolorosas en todo su cuerpo, tenía que rascarse con piedras,
al lado de los basureros, viendo eso su esposa lo abandonó y le dijo que maldijera
a Dios y se echara a morir, pero nada hacía desistir a Job, sino que confiaba
en Dios. Finalmente pronunció aquellas palabras que nos hacen pensar que en
realidad estaba siendo dominado por un deseo inmenso y amor por su padre
celestial: “Yo sé que mi Redentor vive, y
al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, en mi
carne he de ver a Dios” (Job 19:25-26 RVR1960), en otras palabras, no me
importa que mi piel se pudra, lo cierto es que veré a mi creador.
Esto me hace pensar que los apasionados llegan más lejos, porque
cuando se le acaban las fuerzas le queda la pasión, que no se detiene y es
capaz de dominar toda la voluntad. Rebusca en tu interior y analiza si aparece
algo lo suficientemente fuerte como para jamás hacerte caer en el desierto,
trata de encontrarlo o de permitir que crezca, porque algún día serás retado.
Por: Moisés Mota Hernández
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