Crisis que parecen eternas
¡Qué difícil es ver el tiempo pasar sin que se cumpla aquella promesa
que alguien nos hizo, y que nos aferramos a ella con todas nuestras fuerzas! El
tiempo poco a poco va mermando la esperanza y la fe que nos mantenía pacientes
y perseverantes. La desesperación se inmiscuye en nuestra mente al ver los años
transcurrir esperando aquel milagro que nunca llega, aquella salida que Dios
prometió que nos daría.
La biblia nos enseña acerca de perseverar, ser pacientes y confiar en
el Señor, pero esas instrucciones parecen no servir de nada, pues ya estamos
cansados de esperar. Así como Abram, que Dios le había prometido que tendría
muchos descendientes y una nación grande, pero todavía estaba esperando por un
hijo, su fe había transcendido, pues salió de la tierra de sus parientes para
obedecer las órdenes de su padre celestial, pero en un momento de su vida,
mientras hablaba con Dios, le dijo: “Oh
Señor Soberano, ¿De qué sirven todas tus bendiciones si ni siquiera tengo un
hijo?” (Génesis 15:2 NTV)
Era una noche estrellada y muy fría, Abram permanecía tranquilo y
meditando en las promesas del Señor, esas palabras que Dios le había dicho
hacían eco en su alma, solo veía como el tiempo pasaba sin recibir nada y
cargaba con el dolor por no poder tener un hijo que era su frustración más
grande. La misma preocupación que nos asedia cuando Dios no nos responde y
permanece en silencio, parece como que el tiempo se está desperdiciando o como
que no tiene sentido la espera, pero la prueba de nuestra fe produce paciencia.
¿Para qué me bendices y me prometes si ni siquiera tengo un hijo? ¿Por
qué me dices todas estas cosas si no tengo el medio para que se cumplan tus
promesas? ¿Qué tiene que ver esto que me dices con mi realidad? ¿Hasta cuándo
tengo que esperar? Son comunes las interrogantes de nuestro amigo Abram y es
normal sentir angustia cuando esperas ser padre y aun no llega ese momento,
pero peor aún si su esposa es estéril y tiene noventa años, pero si Dios lo
dijo Él sabrá cómo arreglar todo. No hay congruencia entre la lógica y la fe,
aunque la realidad esté muy divorciada de lo que el Señor alguna vez nos dijo,
el pondrá todas las cosas en su lugar. Entonces Dios le dijo a Abram: Mira el cielo y cuenta las estrellas, porque
así será tu descendencia.
Este es el mejor momento para salir del círculo de las quejas, de las
dudas, y mirar lo que Dios nos recuerda hoy: Mayor será tu bendición que la que
esperas, más grande será tu milagro que el que te imaginas, si no puedes contar
las estrellas entonces no podrás explicar, ni describir lo grande que voy a
hacer en ti. Aun has permanecido fiel, has esperado y llegado donde otros no
han podido, y esa fe te va a exhibir y te hará grande.
Aunque esa crisis parezca no terminar, sigue perseverando en lo que
Dios dijo; Él está planeando el mayor milagro que jamás has recibido. Y no solo
eso, sino que cambiará tu nombre y tu identidad, ya no serás aquel Abram que
exaltó a Dios como su padre, sino el Abraham que por exaltar a Dios y creer en
Él, Dios también lo hizo padre de multitudes. Tendrás una gran nación, hijos en
abundancia, tendrás crecimiento por encima de tu crisis estéril, todos te van a
recordar por tu fe y tu paciencia. El milagro que hoy esperas, es lo que Dios
va usar para que te conozcan.
Por: Moisés Mora Hernández

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