El espejo de Dios II


En el artículo anterior de esta serie sobre el espejo de Dios, hablamos de cómo Isaías en el encuentro que tuvo con Él Altísimo, vio la realidad espiritual de su vida. En dicho artículo planteamos que cuando tenemos un encuentro Divino, Dios se convierte en un espejo donde vemos nuestra situación espiritual. Dicho esto, pasamos a decir que en este artículo haremos otro tipo de planteamiento sin descalificar el otro, sino más bien fortalecerlo.
El plan de Dios para el hombre siempre ha sido bueno. Dios creó el hombre y le dio todas las cosas, sin embargo el hombre le dio la espalda a Dios. Pero aunque el hombre le dio la espalda a Dios, Dios nunca le ha dado la espalda al hombre, el hombre ha sido infiel, pero Dios ha permanecido fiel para con el hombre. Aún con la falta y el pecado Dios siempre ha buscado medios para acercarse a los mortales. Medios como los jueces, los profetas, los reyes y sacerdotes. Hombres que Dios usaba para revelarse al pueblo. Pasamos a definir estos medios:
Jueces: eran guerreros, héroes patrióticos, aquellos que Dios levantaba para liberar a su pueblo.
Profetas: videntes, aquellos que veían el futuro pero sobre todo eran agentes que hablaban de parte de Dios.
Reyes: quedaría de más decir, que eran aquellos que gobernaban al pueblo. Pero sería bueno destacar que habían dos clases de reyes según mis estudios acerca de los reyes en Israel. Estaban los reyes dictatoriales, y los reyes teocráticos. Los reyes dictatoriales eran lo que imponían sus deseos sobre el pueblo, esto incluye sus pecados (idolatría, hechicería etc...). Por otro lado, los reyes teocráticos son aquellos que reinaban con la dirección divina. Teocracia significa: gobierno de Dios. Por ejemplo, en el reinado Davidico (es decir, de David) estaba la teocracia de Dios.

Ahora pasamos a definir nuestro último medio; los sacerdotes. Eran aquellos que representaban al pueblo delante de Dios, y representaban a Dios delante del pueblo. Este oficio sacerdotal lo tomaremos para dar esta enseñanza. Dios usaba a hombres como los sacerdotes para mostrarse al pueblo. En pocas palabras, el sacerdote se convertía en un espejo donde Dios reflejaba su gloria. Cuando el pueblo veía a sacerdotes como Melquisedec, veían rasgos de un Dios glorioso y poderoso.

Aunque claro, este reflejo de Dios a través de sus siervos era limitado. Limitado porque el hombre no tiene la capacidad de mostrar la gloria de Dios en su plenitud. El reflejo claro de la gloria de Dios, es Cristo. Él es el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia. (Hebreos 1:3)
Aunque no podamos mostrar su gloria a plenitud, Dios quiere que seamos un reflejo de su gloria en todo lo que hagamos. La persona de Jesús en nosotros es suficiente para que cuando la gente nos vea, vea a Dios en nosotros.
Pablo estaba tan sumergido en esta realidad que llegó a decir: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. (1 Corintios 11:1) El mismo dijo a los habitantes de Éfeso: Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. (Efesios 5:1)
Tratemos que cuando las personas nos vean, vean el rostro de Dios en nosotros. Esto implica, su gloria reflejada en nuestra manera de hablar, de caminar, de comportarnos, que todo lo que hagamos muestre su gloria.

Por: Yariel Tejeda

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