Juventud conforme a la palabra. Parte 2



Job 1:1 "Hubo en tierra de Uz un varón  llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal". RV1960

Según nos enseña la palabra, Job era un hombre perfecto y recto, quien tenía muchas posesiones y siete hijos, vivía conforme a la voluntad de Dios y bajo la ley. Era un hombre tan dedicado que ofrecía holocaustos al Señor por los pecados que "quizás" pudieron cometer sus hijos, ejercicio que realizaba todos los días.

Un día recibe la noticia de que había sido asaltado y muertos todos sus criados, sus rebaños también los había perdido y un gran viento sopló y sus hijos  murieron bajo los escombros de la casa, dejándolo así sin sus bienes y con un gran dolor por su pérdida. Cualquiera en esta situación comienza a lamentarse, el cuestiona al Señor o hasta se aleja de Él, pero no. Job rasgó sus vestiduras, mostrando el dolor que sentía por todo lo perdido, e inmediatamente se postró en tierra y 'adoró'. De su boca salieron palabras que sólo alguien verdaderamente justo podría decir: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio. Y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito" (Job 1:21). El no pecó y estuvo consciente de que nada de lo que le ocurría estaba exento de la voluntad de Dios.

Pasado el tiempo, estaba Job con su esposa, y sobre todo su cuerpo cayó sarna y su esposa indignada por el hecho de que Dios permitiera esto; le preguntó que por qué no maldecía a su Dios, las palabras de Job fueron: "Mujer, hablas como necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno ¿no sabremos recibir también lo malo?" (Job 2:10NVI). 

Luego sucedió lo inesperado, al parecer Job había perdido la fe y con ella los deseos de vivir, hasta tal punto que maldijo su nacimiento. Era tan gran el dolor que sentía que argumentó contra Dios y pensó que su ira estaba sobre él, "¿hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva? Si he pecado, ¿ qué puedo hacerte a ti, oh guarda de los hombres? ¿Por qué me pones en blanco tuyo, hasta convertirme en una carga para mí mismo?" (Job 7: 19-20). Pero como siempre llega un punto en que debemos aceptar que nuestra fe y confianza nunca es tan grande para conformarnos, ya que no sabemos el tamaño de las pruebas que vendrán, ni cómo serán los ataques del enemigo. Es por ello que es imprescindible mantenernos firmes, rectos y procurando la perfección cada día más.

Como jóvenes que dedicamos nuestra vida al Señor, a veces creemos estar exentos de situaciones muy difíciles sólo porque "el Señor está con nosotros" y se nos olvida que es en nuestra debilidad cuando Él se perfecciona. Cuando llegan las pruebas y los procesos no entendemos que nuestra vida está en las manos de Dios y que todo lo que nos pasa es porque Él lo ha permitido, solemos ahogarnos en las preocupaciones y no pedimos dirección a Dios, para así poder superar las adversidades.

Un joven conforme a la palabra, no permite que la soberbia entre a su vida, se mantiene recto, creyendo y esperando en el Señor, es aquél que en el momento de desolación adora al Señor, inclina su rostro y se humilla ante Dios. Su fe no perece ante las circunstancias terrenales, sino que está atento, esperando a lo que Dios dirá, es aquél que cree en la gracia y el favor que ha sido depositado en él. Un joven conforme a la palabra, aunque a veces caiga, desmaye y sienta que no hay esperanza, tal como le sucedió a Job, recapacita y reconoce la soberanía, el poder y la grandeza del Dios al que le sirve y que le ha adoptado como hijo.

Un joven conforme a la voluntad a la palabra, puede caer, pero siempre tendrá un Dios que le ayudará a la levantarse, es ese joven que puede llegar a perder lo material pero aún sigue creyendo que el favor de Dios está sobre él, es aquél que aunque el proceso se torne duro, prevalece y se mantiene firme, recto, en busca de la estatura de barón perfecto. 

Por: Crismeli A. de Jesús.

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