Una nueva sentencia


Anoche viví uno de los peores momentos de mi vida, vi a mis familiares sufrir por mi causa pues no soportaron saber la triste noticia de que hoy sería ejecutado. Aunque para todo el mundo esa condena sea la justa, la que merezco, pero la historia se volvía más cruel cuando estaba a punto de saborear la muerte. 


Es lo que todos dicen, son mis decisiones y yo debo pagar por ellas. Soy el dolor de cabeza de mi familia, ellos siempre me advertían lo que podría pasar, pero delinquir se había convertido en una costumbre para mí. Caminaba por los rincones más oscuros sin ningún cargo de conciencia, y simplemente asesinaba aquellos que se interponían en mi insípido camino. Yo era conocido entre la gente como la “zozobra” del pueblo, y estoy seguro que todos van descansar al oír esta sentencia.

Sin embargo, hoy las cosas han cambiado, nunca imaginé que mi vida se transformaría en solo segundos. Desde que comenzó el día sabía que este era el final de mi vida, que todo terminaría aquí como lo merezco. En medio de un dolor inmenso, me acercaba al lugar donde me sería aplicada la pena de muerte, esta vez públicamente. El sitio estaba atestado de gente, que gritaban con fuerza insultos hacia nosotros. Me acompañaba un amigo, que compartíamos el trabajo sucio y nos tocó compartir la misma condena; y otro desconocido. Cargábamos una pesada cruz, a penas podíamos sostenerla mientras caminábamos hacia la cima de una montaña. El otro hombre era escupido e insultado, muchos se reían de Él, pero Él callaba y bajaba la cabeza, luego supe que lo habían condenado injustamente.

Cuando llegamos a la cima que fuimos colgados a la cruz en el momento en que la tarde se despedía, y con ella nuestras almas. Yo observaba aquel hombre y me daba cuenta de que no merecía estar allí, era bueno, nunca había cometido ningún delito. Decía palabras de amor y todo parecía indicar que venía de otro lugar para restaurar la vida de la gente, era el salvador y Dios, hecho hombre y en un cuerpo totalmente desgarrado.


Hace unos minutos me secreteó unas palabras que me dieron vida por dentro. Cuando le dije que se acordara de mí en su reino, me dijo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43 NTV) En ese momento todo fue diferente en mí, mi dolor se había calmado y ahora sonrío.

Aunque estoy aquí todavía, viendo la gente llorar y reírse, sintiendo el escalofrío de la muerte y disfrutando solo algunos segundos de vida, estoy seguro que jamás había sentido esta increíble paz en medio de tanto dolor. Debe ser porque ese hombre sabe amar de verdad, porque su gracia me persiguió hasta aquí.

Sé que para muchos es absurdo lo que acaba de pasar, en la cruz no se prometen paraísos, solo se espera una muerte humillante, pero llegó uno que no se ajusta a los parámetros humanos, porque su reino es eterno.


La nueva sentencia es la libertad de mi alma, las cadenas de mi corazón, el rencor el odio y el pecado no pudieron soportar el susurro de su voz. No importa lo malo que hayas sido, ni la gran angustia que cargas, solo pídele que se acuerde de ti y hablará a los oídos de tu corazón. Ya Él pago tu sentencia de muerte, por su cruz hoy tienes vida. Este es mi mejor testimonio, la gracia también alcanza para los ladrones, quisiera decirte más, pero siento que la muerte se acerca.

Por: Moisés Mota Hernández 

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