Corazón endurecido.
Hoy fue un día normal, la misma monotonía de siempre, el mismo vacío que no logro llenar con nada, literalmente nada puede con el abismo en el que habito. No he podido solucionar esto con una pareja, menos con dos al mismo tiempo, desde algo simple como la cerveza hasta los licores más caros y fuertes, he llegado a injerir algunos estupefacientes, que, en pequeños lapsos de tiempo me desconectan de mi realidad pero al cabo de unas horas, cuando se acaba el efecto todo se vuelve peor, tengo encima mi cruda realidad y agregado a ello los efectos de la ingesta. Gracias a Dios hasta ahora no ha pasado a mayores, me he limitado a otras opciones de la ‘mala vida’ que sé no me dejarán muchos daños físicos ni trastornos, y si, ese es mi mayor consuelo.
Cualquiera querría mi vida, ¡eh! La verdad es que si, muchos dicen querer mi vida, tengo una profesión, un buen empleo y una vida socialmente activa, agradable a la vista de todos, en mi oficina soy el favorito del jefe, y aún no se ni por qué, ya que solo finjo trabajar cuando mis compañeros hacen todo. Se preguntarán cómo es que su sucede eso, tengo mis encantos. Pero vuelvo y repito, nada de eso me llena, tenía alguien a quien amaba, pero por mi forma de ser la perdí y sé que ha sido lo mejor para ella, yo arruinaría su vida y su futuro. He perdido a todos aquellos seres que se preocupan por mí y me aman, menos a mi madre, una señora cristiana que desde pequeño me ha inculcado esos valores, al final fueron un desperdicio de tiempo porque miren donde estoy, lejos del camino que ella quiso para mí.
Algo que nunca podré entender de ella es su insistencia, pidiéndome que vaya a la iglesia los domingos cuando la visito una vez al mes, le propongo salir y llevarla a lugares lujosos, algunas veces accede, otras no. Sé que todo esto es parte de su intento de persuasión para que siga sus caminos, pero es que no puedo, algo no me lo permite. No crean que es la excusa vana que todos dan ‘yo sé que Dios existe pero aún no es mi tiempo’, ‘si, yo creo en Dios, y me voy a convertir algún día’, ¡zas! Excusas vanas. A lo que refiero es que mi tiempo ya pasó, lo sé, lo siento en mí ser, y por eso he intentado buscar en otros medios porque ya perdí mi oportunidad con Dios, Él una vez me llamó por mi nombre y decidí endurecer mi corazón y pensar en todas las cosas que perdería si lo aceptaba, ya que mucho de lo que hay en mi diario vivir (las cuales no estaría dispuesto a perder) no compagina con las cosas de Dios ¿se imaginan una vida donde no pudieran mentir?, sería demasiado para mí, no lo soportaría. Mi madre dice que aún tengo la oportunidad si pongo de mi parte, pero ese es el problema, ni si quiera eso puedo hacer, busco en lo profundo de mi corazón y no hayo nada, ni las más mínimas fuerzas tengo de buscar a Dios, donde sea que se haya ido.
Para ser más entendido en todo esto de narrar mi historia, les voy a contar lo sucedido y el por qué creo que no tengo ni tendré oportunidad. Desde niño mi madre si me instruyó, como ya les había dicho, pero mi padre… es la razón principal por la que dejé de ir a la iglesia, es un hipócrita que dice ser lo más santo pero en la casa, no practicaba en lo más mínimo lo que profesaba, eso me hacía odiarlo más y más, no por su falta a Dios, esos son asuntos personales, sino por el daño que nos hacía como familia y el engaño que hace al pueblo de Dios que cree en él. Mi juventud fue el resultado de pleitos constantes con él y la intercesión de mi madre en ciertos momentos, pero como ella debe estar sujeta a su marido, la entiendo y nunca he sentido reprocharle nada, sólo ha hecho lo que escrito está en la biblia. Mi rebeldía aumentaba al igual que mi deseo de hacerlo sufrir por todo el daño que había hecho, hasta que decidí ser alguien en la vida y no depender de él ni de nadie. Creo que ese es el problema, cuando obtienes las cosas ‘sin ayuda de nadie’, tu ego se eleva a los cielos y aun sabiendo que fue con ayuda de Dios, tomas toda la gloria para ti porque fue con tus fuerzas que lograste dichos méritos.
Hubo un tiempo donde, no les miento, intenté ‘buscar a Dios’. Decidí ir a la iglesia los domingos cuando mi madre me invitaba, pero en vez de enfocarme en lo que buscaba, vivía muy pendiente a la logística de todo y al sistema, que caí en un punto donde iba a criticar, buscar defectos, porque sentía que allí no estaba Dios, y no me daban lo que quería, bien sabiendo que Dios no se encuentra en un edificio y nadie más puede abrirme las puertas a lo que quería, sino yo mismo. Hasta que un día, en una de esas actividades que suelen hacer, escuché que alguien dijo mi nombre, no se trataba de algo natural, yo sabía que era la voz del espíritu santo llamándome, diciéndome que era tiempo de volver al redil, a esos años de adolescencia cuando servía con fervor y pasión. Pero algo sucedió, comencé a pensar en todas aquellas cosas materiales, personales que había adquirido todos estos años, toda la música que tendría que dejar de escuchar, los amigos que tendría que abandonar, los vicios, las chicas, todo. Sentía como algo me ataba a la silla, quería pasar al frente y reconocer a Jesús como mi salvador y no podía, me costaba articular palabra alguna cuando perfectamente recuerdo que dijeron: puede pedir que alguien ore por usted, a través del micrófono. Ahí fue cuando a lo lejos, vi lo que sería mi salvación, alguien que estaba cantando, mientras el predicador hacía el llamado, me estaba mirando, sé y tengo la certeza de que ella sabía todo lo ocurrido en mi interior, mientras todos a mi alrededor ignoraban lo sucedido, pudo vislumbrar la batalla que había en mi asiento, de repente se puso a llorar y al parecer estaba orando ¿oraba por mí, aún sin conocerme?, ¿qué esperas extraña? ayúdame, necesito ser liberado. Ahora veo como seca sus lágrimas y continúa su labor, ¿será que no tiene permitido bajar?, son tantas cosas que pasan por mi mente al mismo tiempo, por un momento pensé que mis muros caerían, es como si hubiera sido quitado y puesta de vueltauna pieza importante del muro de contención puesto en mi corazón. Ya no estaba interesado en pasar.
Ya finalizado el evento me encuentro en la salida esperando a mi madre, veo como se acerca la chica con la que tuve el pequeño episodio de miradas y gritos silenciosos, dice que quiere orar por mí y que hace rato Dios le está enviando a que ore por mí para salvación de mi alma, yo acepto, aunque hay algo en mi diferente, sólo quiero que termine para poder irme a casa y descansar, estoy agotado. Ella termina su oración y con lágrimas en los ojos me pregunta si quiero aceptar a Dios en mi vida, le digo que en este momento no. Puse la misma excusa que califico como pura palabrería y me marcho, desde ese momento todo ha sido peor, es como si algo dentro de mí se hubiera endurecido para siempre, sé que Dios es la solución a todo ese vacío y a veces me culpo, otras culpo a la chica por no haber pasado en el momento justo, cuando mis ojos gritaban desesperados por auxilio, cuando Dios determinó que era el tiempo de mi liberación. Es por eso que creo que mi tiempo pasó, ¿será que estoy condenado a este abismo? No lo sé, últimamente he pensado mucho en aquél episodio sucedido ya hace algunos años y en mi mente se recrean esos sentimientos y aunque suene extraño, algo en mi interior parece estar batallando.
Ahora me encuentro caminando, en una noche oscura pero con un cielo adornado de muchas estrellas, con una luna particularmente grande, y a unos metros veo como unos jóvenes tienen pancartas y afiches, se ven tan felices. Me acerco un poco para leer que dicen y hay algo que acelera los latidos de mi corazón, al ver las palabras ‘la puerta está abierta’ ‘Dios te está esperando’, ‘Él quiere darte salvación’, siento como un peso grande cae sobre mi estómago y algo me impulsa a acercarme más, algo dentro de mí siente que no todo está perdido, que mi corazón no está lo suficientemente endurecido, que aún tengo una oportunidad… ahora entiendo que no se trata de ‘yo buscar a Dios’, al parecer es Él quien me está buscando, y ¡vaya que si me ha encontrado!
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