El Poder de un nombre


 ¿Cómo te llamas?

─ Mi nombre es Jacob, me han conocido como el engañador. Desde niño fui muy astuto, recuerdo que obtuve de mi hermano el derecho que le correspondía por ser primogénito,a cambio de un plato de lentejas, y que, en combinación con mi madre, le robé la bendición que le daría mi padre antes de morir por ser el mayor.

Ya que preguntas por mi nombre, con él cargo un expediente. Desde el vientre mi madre luché por el primer lugar, era egoísta y estaba dispuesto hacer lo que sea para obtener lo que deseaba. Vine a este mundo acompañado de mi hermano gemelo, mientras sostenía su talón para que el no saliera primeros, pero no corrí con esa suerte. De ahí viene mi nombre, ya sabes como es este pueblo. Para nosotros el nombre es como una marca de vida, es parte del carácter de la personalidad, es sumamente importante.

Aunque cometí muchos errores, también fui víctima de engaño, pero tu mano permanecía conmigo. Cada vez que escucho que alguien me llama por mi nombre, recuerdo que soy aquel egocéntrico muchacho que fue capaz de tomar a su hermano por el pie para ser reconocido como primero. Y tal vez he cambiado mucho, no soy como antes, ese orgullo ha cesado como parte de la madurez que ahora tengo, pero todavía tengo esa marca.

Hace un momento, mientras estaba solo en lugar donde acampamos, me entristecía y pensaba en ti, en lo que podría sentir si lograra verte cara a cara, si ese pasado ya no me maltrataría. Y comencé a caminar en la oscura madrugada cuando entonces te vi, sabía que eras tú, porque te había buscado durante años.

Llegaste misteriosamente a golpearme de forma violenta y comenzamos a luchar, yo con las fuerzas de la pasión que había en mí y tú con la implacable omnipotencia que te caracteriza. Hombre versus espíritu, era simplemente el momento soñado, la oportunidad para ser marcado por ti de por vida. No puedo permitirme ver al mismo Dios y no hacerle saber lo fuerte que es mi fe, capaz de luchar hasta conseguir esa bendición anhelada.

Me dices que te deje ir, que ya está amaneciendo, pero no te dejaré ir a ningún lado si no me bendices, sino que marcas de por vida; no te iras de aquí si no me transformas y me llenas de tu presencia. He buscado por años tu rostro y ahora que lo tengo, no puedes irte sin que me pongas tu carácter en mí.

Me acabas de golpear tan fuerte que siento un dolor inmenso en el muslo, creo que está dislocado. A pesar de todo eso no te soltaré, aunque me mates, prefiero morir de forma humillante, pero atado a ti. Ya el sol está por salir, algo debe hacer conmigo.

 Tu nombre ya no será Jacob sino Israel, porque has peleado con Dios y con los hombres y has vencido. Hoy te cambio el nombre, ya no cargarás más con el pasado, nadie podrá acusarte. Todo el mundo conocerá de ti, no del engañador, sino del vencedor; no del egoísta, sino del apasionado.

Aunque este cambio de nombre incluya un difícil proceso de dolor y tengas que ser doblegado, pero ya eres famoso en el cielo. Hoy se comienza a escribir una nueva historia, yo hago todas las cosas nuevas.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

No dejes propósito por vereda.

Viviendo conforme a la voluntad de Dios

Un líder reformador