Íntimos: Vestigios de un avivamiento.

Era un simple ser humano, un cristiano común que un día tuvo un encuentro directo con Dios. Encuentro que me marcó y provocó que se encendiera en mí esa pasión por Jesús, aquella que por mi descuido perdí.

Recuerdo cómo era, sólo Él y yo, en lo secreto. Un día decidí buscarle, oraba y oraba y no escuchaba nada, eso me hacía anhelar escuchar su voz cada vez más. No sé cómo expresarles lo sediento que estaba de Él, es algo casi indescriptible, donde sea, como sea, a veces me la pasaba horas y horas orando en mi mente cuando estaba en lugares públicos, sabía que era algo que no había nacido de mi interior, eso que estaba creciendo había sido depositado por el mismo Dios y más que nada quería saber cuál era el propósito de todo esto.

Pasado el tiempo, mi habitación se había convertido en mi lugar favorito de todo el mundo y hablar con Dios se había vuelto mi actividad favorita en todo el mundo, me sentía privilegiado al poder escuchar la voz de Jesús, descubrir sus secretos, profetizaba y me sentía como uno de los discípulos que estuvieron con Jesús., ¡Era amigo del maestro!. Pero eso no se quedó ahí, Él quería que fuéramos mejores amigos, me había escogido para provocar un despertar en mi generación, eso que había depositado en mí era el avivamiento mismo y en la intimidad era donde peleaba por verlo materializado. Ya comenzaba a ver los frutos y los dones, sentía el respaldo de Dios cuando subía al altar, cuando oraba por alguien, los enfermos eran sanos, los cautivos eran liberados, sentía su eterno y excelente peso de gloria en mi vida.

Dios comenzó a darme promoción, mi ministerio empezó a crecer, las iglesias comenzaron a llamarme, participaba de las cruzadas, conciertos, campañas, en fin, mi nombre era reconocido entre los hombres y la estima y mi testimonio era intachable, todo eso producto de mi preciadas horas con Jesus, el me capacitó, me preparó y me envió y estaba viendo como me respaldaba en gran manera, me dedicaba tiempo completo al ministerio. Era tanto el impacto de ministerio que se me abrieron puertas al extranjero, mi agenda se llenó a tal manera, que nunca estaba de forma estable en un lugar, me mantenía viajando y se me hacía difícil ir a aquella habitación, poco a poco fui abandonando de Jesús, había sustituido a mi mejor amigo por la fama, la promoción, el ministerio mismo, veía que aún daba frutos, que los dones que Él había depositado en mí seguían ahí, oraba por enfermos y eran sanos, pero no era lo mismo. No sabía que me estaba pudriendo por dentro.

Aún quedaban los vestigios de aquellas horas de intimidad, solo quedaban las sombras de lo que era, tenía un ministerio grande pero me había alejado de la fuente ¿todo eso por qué? Por dar el primer lugar a todo lo demás y había desplazado a mi mejor amigo. Ahora estoy aquí, avergonzado y buscando la forma de ser aceptado de nuevo, Él es tan misericordioso que me llamó justo a tiempo y me dijo que estaba mal, que debía volver a los inicios o sino lo perdería todo, justo a tiempo me rescató de lo que sería un colapso ministerial, me salvó de caer en malas practicad y de vender su palabra, hubieron momentos en que llegaron a mi ofertas y estuve a punto de aceptarlas, pero su Espíritu Santo aún me corregía y me detenía de hacer tales cosas. Sé que ahora será más difícil, ese avivamiento que había nacido en el corazón de Dios y depositado en mí, estaba lleno de polvo, solo tengo esta oportunidad y de mí depende si veo esta promesa de Dios cumplida o no. Ya sé que cosas hacer y sobretodo sé que nunca puedo menguar en mi intimidad con Dios y cada cosa que afecte eso aunque esté disfrazada de bendición al final será de perdición.

Aunque solo queden los vestigios de lo que era, entraré nuevamente a esa habitación e invitaré a Jesús a una conversación, espero poder ganarme nuevamente su amistad, sé que no será tan fácil, pero seguiré intentándolo hasta que pueda conseguirlo. Estoy aprendiendo mi lección y su fidelidad está ahí para conmigo, solo tengo que esperar y buscar su voz en lo secreto, el lugar donde le conocí.