Adictos a la apariencia (Episodio 1)



Dos corazones inocentes y enamorados nos introducen a esta fabulosa serie, pero también revelan el origen del incansable afán por quedar bien antes los ojos de los demás. Esconderse detrás de las máscaras de la apariencia es una adicción que el ser humano asumió desde el principio de los tiempos, y sigue actuando significativamente en el escenario contemporáneo.

Ellos no eran hipócritas, no tenía doble vida, no participaban de la mediocridad de cuidar el aspecto exterior y descuidar la pureza del alma; ellos simplemente eran hermosos, una brillante pareja que solo había conocido el amor. Coqueteaban con la belleza de la naturaleza, conocían el calor de un fabuloso amanecer, mientras tomaban una taza de café. Solo ellos habían conocido el esplendor de un mundo sin nada que esconder.

La variada fauna y flora de un delicado jardín, que era su habitación, era testigo del eterno romance. La luna y el sol los miraban con agrado, el baile del mar era el acompañamiento de la novela que protagonizaban. Adán y Eva, quienes caminaban descansos siguiendo la coreografía de los árboles, como si se tratara de un musical, obviamente sin dejar de mirarse a los ojos. Lo más importante es que conocían el autor de toda la increíble trama, el Creador del universo y de todo lo que existe, conocían a Dios personalmente. Podían hablar cara a cara con el Eterno, sin necesidad de ocultar nada.

Él era optimista y de espíritu noble, le gustaba llevarle flores a su esposa y algunas cerezas, ya que ella las amaba; era un hombre enamorado, como toda mujer desearía tener. Tenía madurez de adulto, corazón de niño y sabiduría de anciano, era un líder innato y un fabuloso esposo, nunca olvidaba los pequeños detalles y el valor de las palabras delante de su amaba. Sin embargo, ella era todo un fenómeno que paralizaba el huerto de tanta belleza, la sencillez de su alma y la pureza interior se reflejaban en sus acciones y en su hermoso parecer. Adán y Eva era la creación ideal de un Dios perfecto.

Pero una tarde llena de esplendor apareció el príncipe de las tinieblas hablando a través de una serpiente, mientras Evacaminaba entre los arboles del huerto. La serpiente era un animal muy astuto y encantador, así que Satanás operó por medio de ella y le dijo a la mujer que comiera del fruto del árbol que Dios le había prohibido comer. Le mintió, tergiversando la palabra del Creador y los convenció que comieran, así se produce el hecho más triste de toda la historia, la joven y su esposo desobedecieron a Dios, tal vez sin malas intenciones, pero esto hizo que el pecado entrara en nuestra raza hasta hoy. No es necesario que entiendas el plan del Señor, preocúpate insistentemente por obedecer, tus decisiones pueden afectar tu generación.

Luego de esta mala práctica se dieron cuenta que estaban desnudos, tomaron hojas de higuera e hicieron unos vestidos artesanales, tal vez de esa manera podrían cubrir sus faltas. Se escondieron detrás de los vestidos de la apariencia y taparon sus errores, pero cuando la voz del Dios es los cielos se paseaba por el huerto, no les quedó otra opción que esconderse entre la vegetación, es que nadie puede resistir tanta santidad, no hay armonía entre Dios y el pecado.

Entonces el Señor Dios llamó al hombre:
—¿Dónde estás?

El hombre contestó:
—Te oí caminando por el huerto, así que me escondí. Tuve miedo porque estaba desnudo. (Génesis 3:9-10 NTV)

El hombre comenzó a justificarse y a culpar a otros de su irresponsabilidad, Dios los castigó y los echó del Jardín de Edén. Las hojas de higuera jamás podrán cubrir tu pecado, las máscaras no pueden justificarte, nunca podrán hacerte apto ante sus ojos, y cuando llegue a tu encuentro El Dios Santo quedarás desnudo, sin argumentos y sin excusas. Puedes durar toda la vida apoyado de justificaciones, pero te aseguro que no se podrás hablar cuando veas su santidad. ¿Qué le dirás cuando Él te pidas cuentas por tu manera de vivir?

Escrito por Moises Mota Hernández

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