El monte de los sacrificios


Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, un lugar que fue  diseñado exclusivamente para romper paradigmas, ideologías culturales y acabar hasta con la muerte eterna, donde personajes como Abraham, David, Salomón y el mismo Jesús tuvieron encuentros, revelaciones y se marcó un antes y después. Sí, todo eso puede suceder en un solo lugar, en uno o varios períodos de tiempo en la historia. ¿Han escuchado alguna vez que en Dios no hay coincidencias? Estoy más que segura que alguno, o la mayoría de ustedes ha escuchado alguna frase parecida. Pues es que así sucede, somos parte de una increíble historia que tiene su inicio y su fin escrito antes de que pensáramos nacer, y lo mejor de todo es que todos somos parte imprescindible de un guión donde el protagonista, un hombre de 33 años, en un monte que había sido marcado por varios eventos interesantes muchos años antes, culminaría dándole el más grande valor que el mismo podría tener, morir en una cruz para brindarnos salvación y vida eterna.
Remontémonos al génesis de esta historia. Muchos años antes de que ese hombre del que les hablé diera su vida en esa cruz, existía un señor llamado Abraham, al que Dios le había constituido como padre de multitudes y había hecho grandes promesas para sus futuras generaciones, le había dado un hijo cuando los pronósticos parecían imposibles, no sólo para él, sobre todo para su esposa Sara por su avanzada edad. Ese hombre, íntimo de Dios, al cual yo denomino como amigo súper especial del Señor, años después de haber recibido a su hijo prometido por Dios, Isaac, al cual amaba intensamente, escuchó la tan inigualable voz de su amigo el Shaddai, momento donde no recibió promesas, ni le fueron revelados secretos ni le fueron avisadas las buenas nuevas de sus futuras generaciones, no, ese momento fue muy crucial para la vida de Abraham, debía sacrificar a su hijo por ordenanza de Dios, donde su fe fue probada, su fidelidad fue probada, su nivel de obediencia fue expuesta, momento en el que Dios le hizo tocar fondo, llegar al límite, pero todo esto bajo un propósito mayor. Ese momento determinaría quién sería Abraham y que representaría él en todas las generaciones y si sería o no llamado el Padre de la fe.
Génesis 22:1 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
En lo personal, este episodio yo lo visualizo como uno de las mayores muestras de obediencia registradas en la biblia. Un padre, dando a su único, a quien ama, su hijo amado en sacrificio como si fuese un cordero… un momento, ¿les parece conocido ese episodio? Esto me recuerda al acto de amor más grande hecho en esta tierra, donde el sacrificio se llevó a cabo (a diferencia del suceso de Abraham donde Dios, por su fe, suplió un cordero. Génesis 22_13 Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.), Jesús, ese hombre del que le hablé al inicio fue el cordero que vino a quitar el pecado del mundo, en ese mismo monte donde Abraham, el Padre de la fe fue a llevar a su hijo a ese mismo lugar, muchos años atrás, en sacrificio a Dios. ¿Coincidencia? No.
Aquél monte, al igual que muchos lugares plasmados en la biblia son instrumentos que entran en la magnífica perfección de Dios, yo te insto a que al igual que yo te maravilles y te detengas a la luz de palabra, deleitarte en la excelencia de nuestro Señor y en sus planes perfectos. En esa ocasión fue un monte, pero en actualidad el sigue usando herramientas para hacernos estar más cerca de Él, aquél que no escatimó ni a su propio hijo, quien se despojó de su trono para darnos vida eterna. Y es que nada queda fuera de Él, Él es la piedra angular, fundamento de todas las cosas creadas, Jesús, amado y único de Dios, quien hizo todo eso por amor.
A veces Dios nos tiene que enviar al monte para sacrificar una parte de nosotros, matar lo que a Él no le agrada para que vivamos en armonía con Él. Jesús tuvo un momento de temor antes de llegar aquél lugar pero había sido preparado para ese día y cumplió con su misión e hizo la voluntad de Dios, Abraham sufrió por tener que matar a su hijo, pero obedeció al mandato de Dios. Todos en algún momento escucharemos la voz de Dios donde nos enviará a nuestro propio Moriáh, pero es necesario, más imprescindible si queremos ser moldeados y perfeccionados en Él. Yo he dado pequeñas escaladas, donde he sido preparada, pero cuando llegue el momento de subir al monte, espero Dios me de las fuerzas para no dudar y decir ‘Heme aquí, envíame a mí’. Debemos estar listos para que cuando Dios determine matar todo lo que Él no le agrada en nosotros, no dudar ni un segundo y ser obedientes, mantener nuestra fe en Él y confiar en que cuando lleguemos a la cima, encontraremos a nuestro Padre esperando con brazos abiertos.

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