La puerta estrecha


‘’Mateo7:13 Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. 14 Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran’’.

Un día me encontraba caminando, yendo de un lado a otro por los pasillos de la vida, mirando en las vitrinas de las tiendas los artículos que habían en venta y deleitándome con las grandes edificaciones que se imponían en las esquinas, todo era normal, me perdía entre la multitud, cada quien estaba en lo suyo y me agradaba no ser vista, de vez en cuando me escapaba a un paraje abandonado a leer un buen libro, meditar sobre el futuro y los planes que tenía, sentía la brisa como desalborotaba más mi cabello, no tenía preocupaciones.

Esa era mi rutina, dentro de mi cotidianidad siempre descubría cosas nuevas que me maravillaban pero nunca nada iba más de ahí, hasta que un día mientras estaba caminando por la gran avenida llamada Destino, pude visualizar a lo lejos cómo de la noche a la mañana había ocurrido algo excepcional, en esa inmensa avenida donde conectan todas las intersecciones, desde la calle el pecado, concupiscencia, hasta las sendas de bondad y mansedumbre habían aparecido dos caminos contiguos a los que no se les veía fin y en la entrada de cada uno de ellos había una puerta, imagínense lo conmocionados que estábamos todos los que cruzamos por aquél lugar, todos estábamos choqueados cuando vimos esos dos caminos con sus respectivas puertas, cada una de ellas con sus particularidades, la primera que cabe destacar era mucho más grande tenía en la parte superior escrito ‘LA PUERTA ANCHA’ más abajo, si te acercabas y mirabas de cerca podías leer que decía ‘y espacioso el camino que conduce a la destrucción’ y lo más sorprendente es que a lo lejos sólo se veían como dos simples caminos, pero si te asomabas por aquella puerta, parecía como que por arte de magia el camino de la puerta ancha se llenaba de fiesta, mujeres, bebida, alcohol, y todas aquellas calles que eran conocidas como las que conducían a los peores barrios se conectaban con ella. Inmediatamente pude ver como hombres, mujeres, todos hacían fila para cruzar  por la puerta, ese camino poseía todo tipo de atracciones, de esas que le gustan a la carne y matan el espíritu, era increíble ver como estaba abarrotada, no podía ver bien lo que había pero no era tan necesario para saber, pues los rumores se esparcían rápido por toda la ciudad. Intenté ver lo que había en aquel lugar y para ello tuve que mirar desde la azotea de un edificio que le quedaba al frente, no podía comprender como la gente entraba sin leer las letras pequeñas, inmediatamente supe que algo andaba mal, ya que todos iban como embelesados sin mirar lo que decía, seducidos por los placeres que habían al otro lado conforme a su concupiscencia.


Algo que sin duda me llamó la atención, a pesar de todo el alboroto que se había armado, era como la puerta contigua tenía el mismo aspecto pero con particularidades interesantes, era mucho más pequeña y sobre ella estaba posando una paloma, tenía manchas de sangre en algunos lugares y en la parte superior había una corona que en vez de ser de algún metal y piedras preciosas, estaba hecha de espinos grandes, detrás de la corono tenía unas letras grababas al igual que la otra puerta, sólo que esta decía ‘LA PUERTA ESTRECHA’, causó mucha impresión en mi varios factores: 1- debajo del letrero decía: ‘angosto el camino que conduce a la vida’, 2- su tamaño era tan angosto que cabía sólo una persona a la vez, 3-no habían tantas personas en fila como la puerta de al lado, al contrario sólo dos o tres se asomaban de vez en cuando, 4-justo detrás de la puerta había un ebanista trabajando fervientemente con una madera, construyendo algo parecido a una cruz. Al ver esto último me acerqué con urgencia pues me causaba intriga el saber para qué estaba construyendo la cruz, cuando me acerque a aquella puerta percibí la sensación más extraña y genial en toda mi vida, era como que si la paz personificada estuviera abrazándome, pero también percibí un extraño olor a vinagre y sangre, aunque no era molestoso aquél olor, era como aquellos que son tan particulares que sólo a algunos les es de su agrado. Me paré de este lado de la puerta y a grande voz llamé al señor, ya que en ese momento se encontraba puliendo y hacía mucho ruido, después de varias veces de preguntarle, levantó de forma leve la cabeza y se ciñó de una gigantesca sonrisa, era un hombre de edad avanzada, algunos setenta u ochenta años, de tez clara y muchas arrugas, se acercó confiadamente a mí y me saludó llamándome por mi nombre, no pudo ser más grande mi sorpresa pues no le conocía y el parecía conocerme bastante bien y más aún, que me estaba esperando, le pregunté cómo sabía mi nombre y respondió con las mismas palabras que les contaré ahora, aquello nunca será borrado de mi mente: ‘Te conozco desde antes de que llegaras a esa ciudad y he esperado este justo momento en que te acercaras a mi puerta, para así poder mostrarte el camino a la vida, esta puerta conduce a un camino y dicho camino a un lugar llamado vida eterna, sólo los valientes como tú, pequeña, se detienen a mirar esta puerta poco atractiva pero que sin duda lo que guarda detrás es mucho mejor que la puerta de al lado, que conduce a un lugar llamado muerte’, ¿Camino a la vida? ¡Pero creía que estaba viviendo!, el señor de aspecto humilde me explicó que no, que en el momento que cruzara aquella puerta comenzaría a vivir conforme a lo que está establecido en el gran libro, me explicó el por qué pude percibir los olores en aquél lugar y el por qué no salí corriendo hacia la puerta ancha, también me dijo de quien era aquella corona que estaba colgando sobre la puerta, me habló de un Jesús que se sacrificó para crear esa puerta y que simbólicamente él la representaba y por último, me mostró desde su lado que aquella cruz que estaba tallando tenía mi nombre, wow, fue muy en serio cuando dijo que me estaba esperando, convencida por todo lo que me había dicho el señor, decidí valientemente cruzar por aquella pequeña puerta, tomé mi cruz e inmediatamente fue colocada en mis hombros no se imaginan como mis ojos fueron abiertos, en ese mismo instante me di cuenta de que los había tenido cerrados y decidí emprender aquél camino hacia el lugar llamado ETERNIDAD.

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