Un líder reformador


El avivamiento siempre ha sido una parte importante en la iglesia, para poder tener un crecimiento explosivo y un avance en la obra de Dios. Pero he aquí, la importancia de la reforma: la reforma implica un cambio de mentalidad, un cambio de cosmovisión. Es más fácil echar fuera un demonio de una persona, que cambiar su mentalidad.

A veces relacionamos la reforma con el cambio de las cosas, y a primera vista es así. Pero también sería bueno decir, que, la reforma del siglo XVI tenía un interés en volver al principio, es decir, a los pilares doctrinales de la iglesia primitiva. Los cuales se habían perdido por el tradicionalismo y el oscurantismo de los dogmas de la iglesia católica. Iglesia que enseñaba una salvación basada en las prácticas dogmáticas y religiosas y no en la suficiencia de la persona de Cristo.

Si partimos de la premisa de que la reforma fue un movimiento (Lo cual creo que fue más que eso), podemos decir que cada movimiento necesita un líder. La reforma tuvo sus líderes, los cuales fueron instrumentos de Dios en su momento. Martín Lutero, Juan Calvino, Savonarola, Jah Hus, Juan Wiclef, y muchos más. Líderes capacitados por Dios. Podemos decir muchas cosas de un líder, lo que un líder necesita para ser realmente líder, las herramientas de un líder, las cualidades, el líder relevante y leer todos los libros de John Maxwell. Pero al final, Dios es el que llama, capacita y envía.

Un ejemplo bíblico claro de esto, es Nehemias. En el Pueblo había una situación, una necesidad, una crisis. He aquí la palabra clave, o mejor dicho, la plataforma perfecta para un líder, CRISIS. Las murallas estaban caídas, en ruinas. Las murallas de la ciudad eran su gloria, su protección. Nehemias tenía un sentir por reedificar lo perdido. Es es el sentir de un líder reformador. Era el mismo sentir que había en el corazón de los reformadores, restaurar la gloria de la iglesia que depende de la gloria de Cristo. La protección que es la palabra. Así como Israel se había quedado sin murallas, así la iglesia se había quedado sin la gloria de Cristo y sin la verdad de la palabra de Dios.

Por: Yariel Tejeda

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