Esperando la voluntad de Dios.




La espera es difícil.

¿No les ha pasado que un amigo se les acerca porque quiere contarles algo muy importante, y resulta que en ese preciso momento no quiere o no puede decirte de qué se trata?, hay personas que no podemos con la expectativa, hasta oramos porque creemos que esa persona está pasando por un momento difícil, pero ¿Tampoco les ha pasado que al final, cuando esa persona comunica dicha información, resulta es algo arbitrario y quizás de poca importancia? Wow, ¡cuánto tiempo pensando en algo que no amerita tanto esfuerzo mental! Han sido muchas veces que he esperado algo de alguien y la reacción que he tomado ha sido muy variada, dependiendo del grado de importancia o lo cercano que sea esa persona para mí. Procedo a explicar mi idea, si una persona que sé es genuina y tiende a cumplir sus palabras, me hace una promesa, le creo y espero que la cumpla, ahora bien, si alguien que no es de fiar, que tiende a ser mentiroso, me dice me dará un regalo, no espero que eso pase y si sucede hasta me sorprendo… Espero no sea a mí solamente que me pase, en fin, el valor que le demos a la espera de ese ‘algo’ estará definido por la persona de la que estamos esperando ese ‘algo’.

Pero al momento de esperar la voluntad de Dios para nuestra vida, todas esas expectativas que usamos con las demás personas caben en un bolsillo, cuando Dios nos promete algo, o cuando oramos porque queremos la dirección de Dios, hay ciertos patrones de conducta que como cristianos debemos seguir, nuestra actitud debe ser diferente. Cuando queremos un trabajo, o esperamos la respuesta del doctor, solemos darles cabida a las ansiedades, preocupaciones y nuestra realidad inmediata nos arropa y no damos paso a la fe, nos sentamos a ver que pasará en vez de accionar. Mientras esperamos en Dios, la fe es una de las herramientas más importantes que nos podrán ayudar a seguir avanzando conforme Dios va hablando, pero es cuando tenemos fe en que Dios hará su voluntad y lo que es mejor para cada uno de nosotros. Esto me hace pensar en un profeta llamado Habacuc, a veces estamos en una condición desfavorable en nuestras vidas y la actitud que tomamos delante del Señor es la de quejas y reproches, pensamos ¿será que Dios no ve por lo que estoy pasando? ¿acaso no ve que desfallezco? Ese es nuestro primer instinto, porque tenemos entendido que al primer problema Dios va a correr a socorrernos como niños pequeños, y si, Él siempre está ahí para nosotros, pero Él, aún teniendo todas las cualidades de darnos lo que queremos cuando queremos, nos hace esperar para que dependamos totalmente de Él, y en ocasiones, para prepararnos para recibir las bendiciones que Él tiene para nosotros. Les confieso, no soy la mejor en esto de esperar en Dios, pero si algo he aprendido últimamente es que vale más esperar en la voluntad de Dios, que correr a tomar acciones bajo nuestra ‘sabiduría’, no importa cuánto tiempo se tome, esperar en Dios siempre es lo mejor.

Dios iba a hacer pagar a los Babilonios por todo el mal que habían hecho, iba a destruir su imperio, pero todo a su tiempo, Habacuc quería que Dios lo hiciera inmediatamente, y no concebía ni entendía por qué Dios permitía que ellos siguieran creciendo en poder y dominando más tierras, y aunque Habacuc se quejó con Dios, más que respuesta a su oración demandante, recibió amenazas de mandar a los Babilonios contra su pueblo. Eso pasa, cuando queremos hacer las cosas a nuestra manera y demandamos de Dios una respuesta conforme a nuestro tiempo y voluntad, al final el resultado podría ser desastroso. Esperar en Dios es en ocasiones difícil, porque en ese tiempo se acerca la incertidumbre, la expectativa, la desesperanza y sobre todo sentimos que la fe nos falla al ver que pasa el tiempo y no pasa nada, pero, esperar en Él es hermoso, aprendemos a descansar en sus brazos, a entender que no debemos preocuparnos porque sus pensamientos son más altos que los nuestros y que nadie le gana en generosidad a nuestro Padre celestial.

No importa cuánto tiempo pase para ver la promesa de Dios, cuánto haya que esperar para obtener la respuesta a una oración importante, debemos entender que:
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.
¡Gracias Señor!

Por: Crismeli De Jesús

Comentarios

Entradas más populares de este blog

No dejes propósito por vereda.

Viviendo conforme a la voluntad de Dios

Un líder reformador