Confesiones de un pecador.
Mi vida es un poco aburrida, monótona.
El peso del pecado no es algo fácil de llevar, como cuando te dan una carga que
no te pertenece, pero por obsesión la has hecho tuya. Viene una y luego otra hasta
el punto de que es predecible lo que va a pasar.
Quisiera ser como antes, quisiera
amar a Dios como antes. Realmente no se lo que me ha pasado, pero las cosas no
son como antes. Antes era espontáneo, muy espontáneo, ahora todo es formal,
poco serio y ¿Qué es la vida si no la saboreas? ¿si no es Cristo la vida? Si lo
es. Jesús, el Cristo, vino a dar vida y vida en abundancia. Y aunque a veces no
puedo verlo en mi vida, sé que lo es, no puedo contemplarlo a mayor profundidad
porque estoy obviando los detalles. Pero creo, por la fe, que lo veré tal como
es Él. Podré completar su hermosura, su gloria, su grandeza, su santidad y
entonces su vida vendrá sobre mi mortandad. La hora y ahora es cuando los muertos
escucharán la voz del hijo de Dios y vivirá. Estoy muerto en mis delitos y
pecado, pero la vida está ante mí, Jesús, el Cristo.
Alejarme de mi familia, de mi
casa, de mis amigos, de mi iglesia, en fin, alejarme de mi zona de confort no
es nada fácil. Sientes que te hace falta un pedazo, sientes que no estás
completo, alejarte de la gente que amas, es una situación frustrante. Pero peor
aún, alejarte de Dios, darle la espalda a quien te dio la frente, fallarle a
quien nunca te ha fallado, es la peor sensación que un ser puede experimentar.
Sientes que has decepcionado a quien confiaba en ti, Dios.
Un espíritu llama a otro
espíritu, y aunque esta frase suena un poco gnóstica, la realidad es que el
Espíritu de Dios nos llama para hacernos uno con Dios. Pero… ¿por qué lo
ignoro? ¿por qué no puedo responder su llamado? ¿Será que otros espíritus han
tomado mi vida? Puede ser, pero ningún espíritu es más fuerte que el Espíritu
de Dios. El espíritu revela lo profundo
y misterioso de Dios, es lo que enseña el apóstol Pablo en 1Corintios. Cuando
vives en una ciudad pequeña, las opciones para descubrir cosas nuevas son
limitadas, se te acaban los lugares que pueden visitar, pero no pasa así con
Dios, Él siempre tiene algo que enseñarnos, algo que mostrarnos, ¡Algo que
revelarnos! El espíritu de Dios nos quiere llevar mas allá.
Pero este mundo ilimitado tiene un enemigo, su
nombre es el pecado. El pecado es enemigo de todo lo revelado, de todo lo que viene
de Dios.
Por: Yariel Tejeda.
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