Dios es amor y nada más | Textos fuera de contexto


“El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”, 1 Juan 4:8.


Yo no creo en el infierno porque Dios es amor.
Si Dios es bueno y si es amor, ¿cómo no me va a perdonar?
Dios me ama y sabe que hago lo mejor que puedo: Él es amor.

¿Escuchaste alguna vez una de estas frases? Seguramente sí. Yo lo he hecho. No recuerdo haberlo dicho, pero de seguro lo he pensado. Crecí como un católico romano que procuraba cumplir todo lo que tenía que cumplir: me confesaba cada dos meses, iba a misa todos los domingos, tomaba la eucaristía. Yo era más religioso que mis compañeros de clase, que mis amigos del barrio. Si a eso le sumamos que ¡Dios es amor!, ¡ya está! ¿qué más necesito? Qué ciego estaba.

De plano debo decirlo: Dios es amor y Dios ama increíblemente. Eso es bíblico y sería una herejía negarlo. Lo importante es ver el resto de la fotografía panorámica sobre esta idea y este texto, que también se presenta unos versículos más abajo: “Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él”, 1 Juan 4:16. Dios es amor, pero… ¿es solo eso?

El panorama en la Biblia

En su Primera Epístola, Juan está interesado en traer seguridad y convicción a nosotros, los cristianos. Seguridad sobre nuestra vida en Cristo y convicción sobre la verdad que hemos oído desde el principio. Así leemos: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Jn. 5:13), y a la vez escribe anteriormente: “No os he escrito porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira procede de la verdad” (1 Jn. 2:21) y “Os he escrito estas cosas respecto a los que están tratando de engañaros” (1 Jn. 2:26).

Falsos maestros estaban ingresando sus herejías a la iglesia, y Juan está advirtiendo al pueblo de Dios que ellos ya conocen la verdad, la que ellos les han testificado. Es por eso que en los primeros versículos de la carta Juan utiliza expresiones como: “hemos oído… hemos visto… hemos contemplado… han palpado nuestras manos… damos testimonio…”. Estos términos son intencionales: está hablando del que existía desde el principio y del que estaba con el Padre y se manifestó: Jesucristo.

Entendiendo el amor

En medio de contrastes marcados entre el mundo y la iglesia, entre los hijos de Satanás y los hijos de Dios, entre la luz y las tinieblas, entre el amor y el odio, Juan coloca allí nuestro texto: “Dios es amor”. El amor es un tema recurrente en las cartas de Juan, y para poder entender lo que él nos está diciendo, nuestro concepto de amor debe ser el mismo concepto que maneja Juan al escribir. El mismo apóstol Juan nos dejó registrado que Jesús mismo dijo en su ministerio terrenal que no hay mayor amor que dar la vida por sus amigos (Juan 15:13), y así es que el amor de Dios se mostró: por medio del sacrificio sustitutorio de Cristo en la cruz del calvario: “En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él” (1 Jn. 4:9). El Hijo unigénito del Padre, muriendo para que nosotros vivamos por medio de Él y podamos ser llamados hijos de Dios.

“Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos” (1 Jn. 3:1). “En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros” (1 Jn. 3:16). Al entender esto podemos ver que no estamos hablando de un amor poético, ficticio…de un amor que tiene ojos ciegos y que no tiene en cuenta nuestras acciones porque “el amor es más fuerte”. El amor de Dios por nosotros ha costado la vida de Jesucristo. No es un juego. Si dos veces se dice que Dios es amor, dos veces se dice que Dios es justo, y se nos dice como algo que debemos saber: “Si sabéis que El es justo, sabes también que todo el que hace justicia a nacido de Él” (1 Jn. 2:29); “Hijos míos, que nadie os engañe, el que practica la justicia es justo, así como Él es justo (1 Jn. 3:7)”.

La justicia de Dios requiere que el culpable reciba su castigo (cp. Ez. 18:20; Éx. 34:7), y Dios no puede ir en contra de sí mismo: su amor no puede ir en contra de su justicia. Dios ama al hombre, pero el hombre se rebeló contra Él, se volvió su enemigo y cambió la gloria de Dios por la adoración de ídolos. En Su amor, Dios quiere otorgar Su perdón. En su justicia, Él quiere castigar al culpable. Es aquí donde el evangelio brilla más fuerte: Dios es justo, entonces no te puede perdonar solo porque te ama o porque es amor. De hecho, Dios es amor, por lo que no quiere dejarte en tu pecado. Él debe hacer que ese pecado sea borrado de tu cuenta.
Dios no podía perdonarme porque yo era más religioso que el resto de mis compañeros, ni porque yo cumplía ciertas reglas religiosas, porque por las obras ningún hombre puede ser hecho justo (Ro. 3:20). Dios tuvo que remover el pecado de mi cuenta, tuvo que satisfacer la ira que estaba sobre mí, y ejecutar el justo juicio que me esperaba. ¿Y cómo Dios fue amor y justo al mismo tiempo? Cuando Jesucristo, que vivió una vida sin pecado fue a la cruz a morir como un pecador. El pecado, la ira y el justo juicio que estaban con mi nombre fueron pasado a Su cuenta, y Su vida perfecta, sin pecado y justa, fue aplicada a mi cuenta.
El Hijo unigénito de Dios tuvo que morir para que yo pueda formar parte de su familia. Si perdemos a Dios el justo, perdemos a Dios como amor, y nos quedamos con un recorte fotográfico que nos distorsiona el panorama. Si unimos la justicia y el amor de Dios nos encontramos con una cruz. Y es desde la cruz que entendemos que Dios es amor.

¿Cómo entendemos que Dios es amor? Mirando a la cruz, la mayor entrega, la mayor expresión de amor, el dar la vida por otros. Es en el evangelio donde vemos al Dios que es amor. ¿Recuerdas Juan 3:16? De tal manera amó Dios al mundo que entregó. El amor de Dios se entiende en el evangelio.

Fuente: Coalición por el Evangelio. 



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