Adictos a la apariencia (Episodio 2)
Él no era el indicado, no tenía muchos seguidores en Instagram, no era tan reconocido en la iglesia, nunca llegó a predicar los domingos. No fue muy querido en su casa, incluso no participaba de las reuniones familiares; no era el más alto, ni el más elegante de sus hermanos, pero tenía un corazón muy obediente. Su padre le había otorgado una responsabilidad que se la pudiese haber dado a cualquier otro siervo suyo, cuidar ovejas no era un trabajo tan atractivo para un hijo, pero David lo hacía con agrado. Con la melodía de su arpa desgastada y polvorienta, hacía dormir las ovejas cada tarde; las abrazaba, las alimentaba y cuidaba de ellas. Este delicado oficio le había dado la valentía de enfrentarse a cualquier peligro para asegurarse de que ellas estuvieran a salvo, no importaba si fuese oso o león, este jovencito lo asesinaba con una honda. Nuestro pequeño pastor había forjado en todo este proceso de silencio y soledad una actitud noble y compasiva. Pero lo que llegó