El agridulce sabor del proceso
Solo el paladar de los que han saboreado la crisis puede relatar con exactitud esa inolvidable sensación, sus oídos nos pueden dar una explicación del silencio del desierto, sin lugar a dudas, no hay mejor descripción del proceso que aquella que suministra el brillo de sus ojos. He oído hablar de alguien que puede darnos catedra del inmenso dolor que conlleva atravesar zonas áridas, donde la crisis parece no terminar y el corazón parece no aguantar, donde sufrimos callados porque nadie nos entiende, y donde se extiende cada minuto el agudo quebranto del alma. Aquella humilde persona había transitado una de las peores pruebas de su vida, era un espléndido anciano con una sabiduría exquisita, padre de un hermoso e inteligente jovencito que había procreado a una edad muy avanzada. Sin embargo, su inesperada crisis inicia una noche silenciosa mientras oraba antes de irse a dormir, cuando todos descansaban, su esposa de edad avanzada y su alegre muchacho habían sido vencidos por